Yo no creo que los márgenes de un río sufran por dejarlo correr.
Frida Kahlo

Han sido tal vez demasiados años, desde la última gran decisión que cambió el rumbo de nuestra existencia, en la exigencia de romper con la rutina, que agota, fastidia y nos coloca con tedio, en la vagancia de lo ridículo, arruinando la quietud , esa inevitable del otro lado del mundo.
Las invitaciones suelen ser únicas y de un color distinto, y así, paso a paso, cuando tenemos que cabildear de la mejor manera la siguiente mudanza, cortamos de tajo con todo aquello en la armonía del tiempo, los vientos y los sentimientos.
Ahora mismo, en la otra orilla de los márgenes imaginarios, no sucede nada tan apetitoso como ambicioso, porque quienes acompañan probables retos, no sueñan, no creen, menos se manifiestan, aguardan con un silencio cómplice, inmersos en sus vanidades y en esos espacios de un poder intangible y vacío.
El lunes se hizo martes y puede convertirse en sábado, y la vida continúa contribuyendo en los quehaceres naturales, sin sobresaltos, abriendo y cerrando puertas, conteniendo ese embrujo de la seducción, en la lujuria que impone un mundo sin diálogo congruente.

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