POR: REYNALDO J. REYES VIANA
La vida es un sendero que se recorre, que te puede llevar por lugares que ni siquiera habías pensado existiera porque te dedicaste a transitarla sin pensar y como el camino de la vida no se detiene, sus paisajes son espectacularmente abrumadores y estremecedores que pareciera por momentos te encuentras en un laberinto, pues empiezas a dar sentido a lo que has vivido. Te interesa la que te dio la vida y deseas para ella lo mejor y sus demás frutos vislumbran de diferente manera su bienestar, de ninguna manera pensar que no le desean lo mejor. Por ejemplo Dios. Sólo es uno, pero hay infinidad de células agrupadas y cada quien con su manera distinta de honrarlo, hasta ahí todo está bien, pero cuando uno quiere imponer lo que él llama “su verdad” y los demás tienen otros datos y dicen que la suya es la indicada, empieza un conflicto que irremediablemente no debe existir porque Dios sólo es uno. Lo mismo pasa con la autora de la vida, ella es única. En tu nacimiento sin sus atentos cuidados no estuvieras aquí y luego te llevó de la mano hasta que pudiste valerte por ti mismo, la madre es la verdad de la vida y su fruto es el ejemplo fehaciente. Es nuestro deber corresponderle para que el día que sus ojitos se cierren para siempre no sea una carga en el subconsciente de “que pude haber hecho más por ti”.
Se ha dicho infinidad de veces que la culpa nació huérfana y la mentira tuvo algo que ver en ello. Pobre y desdichada culpa…Escudriñando en las redes, extraje el siguiente texto que pongo a su consideración:
La mentira descubierta
El Dr. Arun Gandhi, nieto de Mahatma Gandhi y fundador del “Instituto M.K. Gandhi para la Vida Sin Violencia”, en su conferencia en la Universidad de Puerto Rico, compartió la siguiente historia como un ejemplo de la vida sin violencia en el arte de educar de sus padres:
“Yo tenía 16 años y estaba viviendo con mis padres en el Instituto que mi abuelo había fundado a 18 millas en las afueras de la ciudad de Durban, en Sudáfrica, en medio de plantaciones de azúcar.
Estábamos bien adentro del país y no teníamos vecinos, así que a mis dos hermanas y a mí siempre nos entusiasmaba el poder ir a la ciudad a visitar amigos o ir al cine.
Un día mi padre me pidió que le llevara a la ciudad para atender una conferencia que duraba el día entero y yo tomé la oportunidad de ir.
Como iba a la ciudad, mi madre me dio una lista de cosas del supermercado que necesitaba y mi padre me pidió que me hiciera cargo de algunas cosas pendientes como llevar el auto al taller.
Cuando despedí a mi padre, él me dijo: “Nos vemos aquí a las 5 p.m. y volvemos a la casa juntos”.
Después de completar todos los encargos, me fui hasta el cine más cercano. Me enfoqué tanto con la película de John Wayne, que me olvidé del tiempo. Eran las 5:30 p. m. cuando me acordé.
Corrí al taller, conseguí el auto y me apuré hasta donde mi padre me estaba esperando. Eran casi las 6 p.m.
El me preguntó con ansiedad: ¿Por qué llegas tarde? me sentía mal por eso y no le podía decir que estaba viendo una película de John Wayne. Entonces le dije que el auto no estaba listo y tuve que esperar. Esto lo dije sin saber que mi padre ya había llamado al taller.
Cuando se dio cuenta que había mentido, me dijo: “Algo no anda bien en la manera que te he criado que no te ha dado la confianza de decirme la verdad. Voy a reflexionar qué es lo que hice mal contigo. Voy a caminar las 18 millas a la casa y pensar sobre esto”.
Así que vestido con su traje y sus zapatos elegantes, empezó a caminar hasta la casa por caminos que ni estaban pavimentados ni iluminados. No lo podía dejar solo… así que yo manejé 5 horas y media detrás de él… viendo a mi padre sufrir la agonía de una mentira estúpida que yo había dicho.
Decidí desde ahí que nunca más iba a mentir.
Muchas veces me acuerdo de este episodio y pienso, ¿si me hubiese castigado de la manera que nosotros castigamos a nuestros hijos, hubiese aprendido la lección? No lo creo… Hubiese sufrido el castigo y hubiese seguido haciendo lo mismo…, pero esta acción de no violencia fue tan fuerte que la tengo impresa en la memoria como si fuera ayer…
Esto es el poder de la vida sin violencia.>>
Si los actores que conocemos afirman que la boda en un país contiguo de ninguna manera puede increpársele que es una vil mentira, no hubo despilfarro de lo que usted sanamente pudiera imaginar.
Los precios de la canasta básica no han subido, si usted paga gasolina más cara es porque el empresario gasolinero es abusivo y lo vamos a exhibir. Sin embargo no son gasolinazos son pequeños ajustes.
Cuando acudes a la tiendita del barrio, de las pocas que sobreviven, te enteras que el aceite tiene un costo de $ 45,00. La rabia te invade y te preguntas ¿Me queda claro? Recuerdo perfectamente que valía $ 24.00 hace un mes. Esto en las ciencias de la economía recibe el nombre de inflación, pero quienes gobiernan afirman contar con otros datos, Será el sereno pero esto se llama inflación, aquí y en China, ahora me pregunto ¿Si hubieran tenido un abuelo idéntico al que tuvo el nieto de Gandhi hasta dónde o cuánto caminaría? ¿Ya habría llegado a ese lugar?
La mentira se transforma en la luz que ilumina la verdad al asomarse en el túnel.
HASTA LA PRÓXIMA DE VEZ EN VES DE VOS EN VOZ