Eran entradas al mundo de los muertos, el Xibalbá
La península de Yucatán alberga un gran número de cuevas inundadas y cenotes. Este nombre es una derivación de la palabra maya ts’onot, que significa “abismo, profundidad”, lago de agua dulce muy hondo o pozo; también está el término ts’ono’ot, caverna con agua depositada, receptáculo de agua profunda (Diccionario maya, 2001).
I Los sitemas kársticos y el inframundo maya
Para los mayas, las cuevas y las fuentes de agua eran pasos simbólicos entre el mundo terrestre y el subterráneo. De ahí su relación con el mundo de los muertos, llamado Xibalbá, pero al mismo tiempo su asociación con la fertilidad. Eran considerados como lugares del nacimiento de la vida, punto de origen de algunos grupos o linajes y contenedores de agua virgen o suhuy ha’. Por todo ello han sido espacios adecuados para llevar cabo diversos ritos.
I Los cenotes como sitios de culto
Uno de los rituales más conocidos en relación con los cenotes era el llamado chen ku, que consistía en arrojar víctimas a sus aguas, como en el caso del Cenote Sagrado de Chichén Itzá, Yucatán; sin embargo, los cenotes eran propicios para una gran variedad de ceremonias. Los hallazgos en el Cenote Sagrado han generado la idea de que los cenotes son poseedores de grandes riquezas; pero este cenote es un caso extraordinario, ya que hasta la fecha no se conoce otro con tal variedad de ofrendas, como objetos de jade, cobre, oro e incluso textiles.
La evidencia de ritos asociados a los cenotes y cuevas con cuerpos de agua es variada e incluye decoraciones en las paredes de las cuevas, como las conocidas “caritas”, y estructuras pequeñas localizadas en los accesos, formadas por rocas apiladas que probablemente constituían adoratorios o templos. Asimismo, en la superficie los mayas construyeron diversos tipos de estructuras cerca de los cenotes, como templos, plataformas, escaleras, etc. INAH