Con una misa solemne en el atrio de la Santa Iglesia Catedral se clausuró el Año de la Misericordia, luego que el obispo cerrara las Puertas de la Misericordia, con lo cual se dejaron de recibir las indulgencias plenarias por este jubileo, que inició el ocho de diciembre de 2015.
Antes se realizó una procesión desde la iglesia de San Francisco hasta la Catedral, presidida por el Cristo Negro de San Román y la imagen de la Virgen del Carmen. Los 14 decanatos con sus 63 parroquias conformaron esta marcha, que fue cantando por todo el camino y deteniéndose ante el Santuario de la Virgen de Guadalupe para orar.
El prelado iba acompañado por los sacerdotes de la Diócesis y cientos de fieles. La solemne misa se realizó en el atrio de la Catedral y mientras se esperaba el arribo de la peregrinación, los que ya estaban ahí cantaban alabanzas alzando los brazos al cielo.
El fresco comenzó a caer y desde el altar dispuesto al fondo del atrio, un enorme Cristo de la Misericordia bendecía a la multitud.
Pronto los lugares se fueron ocupando y el lugar se desbordó, por lo que se acomodaron más asientos sobre la calle 10, que fue cerrada para que los participantes de la marcha tuvieran un sitio para descansar.
El cielo amenazaba con romperse cuando llegó la procesión, con el padre José Luis Yeh por delante, bailando la “Cabeza de cochino” al son de la charanga. Detrás, el Cristo Negro y la Virgen del Carmen fueron elevados al altar.
En la homilía señaló que el Año de la Misericordia fue inaugurado el 8 de diciembre de 2015 por instancias del papa Francisco y se espera que este jubileo haya permitido “a muchas personas descubrir que Jesús les ama mucho, y que se dejen abrazar por Él”.  GK