Loading




El ajedrez y las similitudes con los otros deportes mentales

Los deportes mentales están más de moda que nunca. Actualmente conforman este selecto grupo cinco disciplinas deportivas: el bridge, las damas, el poker, el go y el ajedrez; siendo esta última la más conocida y la que mejor ejemplifica las características que debe cumplir este tipo de actividad. A continuación, comentaremos las principales similitudes que existen entre ellos.

Todo deporte mental, para ser reconocido, debe responder de manera favorable a tres grandes requisitos para que la federación, la Asociación Internacional de Deportes Mentales, se plantee su integración. Primero, involucrar un esfuerzo intelectual. Segundo, ser actividades competitivas. Y tercero, contar con unos reglamentos o costumbres que regulen esta práctica. Sin estas tres condiciones, no se puede considerar un deporte mental.

Estrategia y fortaleza

Una de las principales similitudes que podemos encontrar en juegos como las damas o el go es la estrategia. Cada movimiento cuenta y, por ese motivo, se deben analizar con cuidado antes de ser realizados. Puede complicar o dar ventaja a los rivales. Y no solamente se debe pensar en la jugada que toca, sino prever aquellas ya realizadas y las que van a suceder. Todo movimiento cuenta para determinar el resultado final. Así pues, practicar estos deportes mentales requiere una alta capacidad de análisis.

Otro de los aspectos con los que guardan relación el ajedrez y el poker, por ejemplo, es la fortaleza mental. Hay un gran trabajo psicológico detrás de los jugadores, ayudados constantemente por profesionales y siguiendo numerosos consejos para superar una mala racha de resultados, con la finalidad de mantener un buen estado de forma para poder afrontar cualquiera de los retos. El estado de ánimo es crucial en estos deportes mentales para conseguir resultados óptimos.

En muchas ocasiones, en este tipo de prácticas, ir con demasiada prisa puede jugarnos una mala pasada. Se aconseja mantener la calmaanalizar los posibles problemas y, si es posible, apostar por un juego lento y concentrado. En partidas largas que pueden resultar fatigantes, cabe evitar el así llamado ‘tilt’, un término del poker que alude a un estado de frustración y enfado que causa una bajada de rendimiento en la capacidad del propio jugador.

Así pues, trabajar el control emocional puede ser diferencial. Nuestra actitud condiciona enormemente el resultado de una partida. Se debe mantener un estado neutro, ni caer en la frustración y agresividad ni tampoco en la euforia y la explosión de alegría. Podemos mandar mensajes sin querer a nuestros rivales y darles pistas sobre los próximos movimientos a realizar.

Las ventajas fruto de la experiencia

Como en toda actividad, la experiencia tiene su peso en oro. Esto se puede ver, por ejemplo, en la anticipación de las respuestas del adversario. Cada movimiento tendrá la reacción de uno de los contrincantes y, fruto de la práctica, nos podemos formar una imagen más real de los pasos que realizarán en la siguiente jugada. Saber con antelación las posibles respuestas nos puede dar una ventaja decisiva.

Todo tipo de jugadores, profesionales y amateurs, suelen entrenar a menudo para no perder capacidades y reforzar alguno de los atributos anteriormente comentados. La mejor forma de progresar es enfrentándose a rivales ligeramente superiores para exigirte más y aprender de jugadores teóricamente mejores. El azar puede tener un rol importante en alguno de los deportes mentales, pero el resultado final depende en casi todas las partidas de uno mismo.

No podemos obviar la preparación o capacidad de estudio de los participantes. Aquellos verdaderamente interesados en alguna de estas disciplinas tienen a su alcance material didáctico y diferentes estudios para mejorar nuestra táctica y estrategia. Mucho de este material hace referencia a componentes matemáticos y psicológicos.

Gracias a las nuevas tecnologías, también podemos comentar el análisis de los rivales. Todo puede quedar registrado para su posterior análisis, de nuestra partida o de la de nuestros contrincantes. Así pues, podemos adaptar nuestra forma de afrontar una partida de una manera u otra según nuestras capacidades y toda aquella información que hemos podido recoger en la previa.