En el México prehispánico, algunos de los animales domesticados fueron, entre otros: el puerco de monte, el tejón, el mono araña, el guajolote y el perro, entre otros. Este animal además de alimento sirvió para diversos usos. En la cosmovisión mesoamericana fue compañero de travesía de las personas fallecidas hacia el inframundo.
En el contexto religioso se identificó con la deidad, Xólotl, el dios-perro que acompaña a los espíritus a llegar al lugar de descanso.
Este animal, además de alimento y guía de muertos, fue ofrenda para los dioses. También representó símbolos calendáricos y divinos. En las labores domésticas, cuidaba la casa y a sus dueños, además fue compañero de cacería, Tal vez por el intercambio comercial se integró a los grupos nahuas y mayas, quienes también los criaban engordándolos para consumo y regalos
Fray Diego de Landa, comenta, que los indios tenían un ídolo llamado Yzamnakauil y sacrificaban en su honor un perro o un hombre, que ponían en un lugar más alto para posteriormente sacarle el corazón y ofrecerlo a una deidad, a veces la carne del perro era ingerida como comida ritual en las fiestas que se realizaban en el área maya, y con él en ocasiones se sustituía al ser humano en algunos tipos de sacrificio.
El xoloiztcuintli no es una raza extinta, existen en tamaños miniatura y estándar, varios criadores profesionales se han dedicado a fomentar esta raza. Se le conoce popularmente como perro pelón mexicano, y es sin duda, un animal representativo de la fauna del México antiguo. INAH