DZITBALCHÉ, CALKINÍ—Para agradecer los aluxitos y a los cuatro vientos Lakín, Xman, Chikín y Nojol, las cosechas obtenidas en este ciclo agrícola que finaliza, y para que le vaya mejor al próximo, el señor Eduardo Poot, mejor conocido como “Wata”, ofreció el hanlicol o comida de monte a los cuidadores de las milpas, una tradición de los pueblos mayas, que poco a poco se está acabando por la influencia de otras religiones.
Desde muy temprano, el sacerdote maya junto con sus hijos, iniciaron con los preparativos, para ofrecer la primicia en la mesa. En primera instancia, abrieron el hueco o pi, mientras las mujeres lavaban el nixtamal para que puedan empezar a hacer los pibes, hechos a base de masa revuelta con pepita molida.
Posteriormente el sacerdote maya realizó una oración para matar los pavos, hacer el k´ool y la sopa con el pib, para luego entregar la ofrenda a los cuatro vientos y a los dueños del monte, quienes son los buenos cuidadores de la cosecha de los hombres del campo.
Para que todo salga bien, dos niños y dos niñas se hincan para recibir el maathan o parte de la primicia, antes de ser repartido entre los presentes, ceremonia donde se toma el balché, bebida sagrada de los mayas. Cabe mencionar que el sacerdote maya, a sus 90 años, lleva más de siete décadas haciendo estos trabajos, los cuales heredó de sus abuelos y los sigue practicando, aunque a duras penas por su edad.