BEIRUT, SIRIA— Trece personas murieron en una nueva ronda de bombardeos contra suburbios rebeldes al este de la capital siria, Damasco, mientras líderes mundiales y grupos humanitarios pedían el final de las matanzas, en las que han muerto cientos de personas en los últimos días.
Activistas opositores y un grupo de monitoreo con sede en Gran Bretaña informaron de nuevos ataques sobre localidades rebeldes en el suburbio conocido como Ghouta oriental. El grupo Defensa Civil Siria, también conocido como Cascos Blancos y que trabaja en zonas controladas por la oposición, dijo que sus equipos de paramédicos habían salido hacia varios lugares tras los ataques.
El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, pidió una suspensión inmediata de “todas las actividades bélicas” en la zona, donde según dijo la gente vive “en un infierno en la tierra”.
En declaraciones en Berlín, la canciller alemana, Angela Merkel, pidió a la Unión Europea que redoble la presión sobre Rusia e Irán para que pongan fin a la violencia en Siria. Merkel dijo al Parlamento que “el régimen no está luchando contra terroristas, sino contra su propio pueblo, matando niños, destruyendo hospitales, y esta masacre debe ser condenada”. El ministro alemán de Exteriores tiene previsto hablar con su homólogo ruso, indicó Merkel, pidiendo a otras naciones de la UE que también hagan lo que puedan.
Médicos no se dan abasto
Médicos en los suburbios de Damasco controlados por los rebeldes dijeron el miércoles que no se dan abasto para atender el alarmante número de heridos que ha dejado el intenso bombardeo del gobierno sobre hospitales, edificios de apartamentos y otros sitios civiles, que además ha causado cntenares de muertes en los últimos días. El bombardeo ha obligado a muchos de los casi 400 mil habitantes a dormir en sótanos y albergues y sobrecargado de trabajo a los rescatistas, que llevan días extrayendo a sobrevivientes. AP