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Ofician misa en Santa Lucía por Día de Muertos

“La muerte llega en el momento en que parece que la vida no ha culminado, y acaba con todo; cuando llega la muerte aparece la nada, la no existencia”, aseguró el párroco Joaquín Arévalo, durante las misas oficiadas en el panteón de Santa Lucía con motivo del día de los “Fieles Difuntos”.
Indicó que “Jesucristo, el señor de la vida, es el salvador de nuestras vidas, porque le dijo a sus discípulos después de resucitar, “no teman, que yo he vencido a la muerte”.
Ante cientos de feligreses, dijo: “En estos días comparto con ustedes la tristeza por esos seres queridos que ya no están; en alguna ocasión yo me quejé con Dios porque mis padres habían muerto, al ver tantas familias con sus papás todavía vivos. Cuando una mama pierde a su hijo, el reclamo suena así, “como es posible que un niño que apenas inicia con la aventura de la vida, la pierda o se la quites”.
Siempre existen muchas preguntas en nuestro corazón, porque parece que la muerte tiene esa característica de interrumpir algo que aún no acaba, de llegar de una manera inoportuna, y el sabor de boca que tenemos ante la muerte es: “Si mis papás estuvieran vivos, que hubiera hecho por ellos”. A mí se me ocurren un montón de cosas, pero simplemente no las pude hacer, o también si estuvieran vivos, que reproches yo les haría, que cosas yo les exigiría que no me dieron, etc.
El présbitero agregó que “la muerte llega en el momento en que parece que la vida no ha culminado. Pero revisemos, nuestras vidas son así, no culminan, como si todavía esperamos un capítulo posterior; pero parece que la muerte acaba con todo, cuando llega la muerte aparece la nada, la no existencia”.
“Ese cuerpo que era un poco de materia de este universo se empieza a desmoronar, hasta mostrar que no había ya nada después de que se decretó la muerte; entonces nosotros los cristianos ponemos nuestras mirada en Cristo y volvemos a escuchar esa expresión que él le dijo a sus discípulos después de resucitar: “No teman, que yo he vencido a la muerte”.
Indicó que en estos días “las flores, las velas, pero sobre todo los altares, son signo de que estamos pendientes de ellos, de nuestros difuntos; tenemos esa creencia, a veces un poco infantil de que ellos salen durante el mes de noviembre, cuando en realidad la comunión puede permanecer entre ellos y nosotros durante todo el tiempo”.
Recordemos que podemos nosotros estar ligados a los difuntos, pero ni los difuntos ni nosotros hemos vencido a la muerte; por eso debemos agregarle a Cristo, y eso es lo que estamos haciendo el día de hoy, estamos haciendo esa gran comida, la comida de la vida, la comida de la esperanza, porque la comida de la pascua de Cristo es una comida que camina hacia la patria definitiva.  JSR

  • CAMPECHE

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