Un obsequio del rey Fernando II para su esposa María II
Sintra, Portugal.— Con una colorida silueta, símbolo de esta villa cercana a la ciudad de Lisboa, el Palacio de la Pena, una de las principales residencias de la familia real portuguesa durante el siglo XIX, representa la máxima expresión del estilo romántico del siglo XIX.
Situado en el Parque Nacional de este poblado arropado por montañas y una exuberante vegetación, con un clima muy cambiante, este ‘castillo’ de estilo árabe y manuelino, se distingue por sus grandes chimeneas gemelas y sus elaborados mosaicos.
Catalogado como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, su realización fue el sueño de Fernando de Sajonia Coburgo-Gotha, príncipe alemán que contrajo enlace con la reina María II, convirtiéndose entonces en rey consorte de Portugal y conocido como el “rey artista”, debido a que era un amante de las artes y la naturaleza.
Llama especialmente la atención del visitante que se acerca a conocer el Palacio de la Pena la peculiar arquitectura. El lugar es, probablemente, uno de los edificios históricos más eclécticos que existen hoy día, dada la enorme cantidad de estilos que se dan en su construcción.
Fue Ludwig Von Eschwege, arquitecto alemán, el encargado de liderar el equipo que levantó este recinto, sacado de un “cuento de hadas”, un obsequio impresionante para María II, que vio cómo el amor de su rey se tradujo en el edificio más romántico de Portugal.
En 1910, ya siendo administrado por el Estado, fue abierto al público, donde al ingresar, queda uno maravillado con la ecléctica y bella arquitectura de este lugar que se encuentra cobijado por una vegetación envidiable.
Su interior, destaca su fachada principal, el cual se exhibe como un modelo geométrico morisco; figura, además, su cocina en cuya exposición se aprecian algunos utensilios utilizados en la preparación de los grandes banquetes que se degustaban en este majestuoso lugar.
También, destaca su Tritón, que no es más que un pórtico alegórico de la creación del mundo y que en el centro se presenta una especie de gárgola, pero que en realidad se trata de la figura de un hombre: mitad pez y mitad hombre.
En la Terraza de la Reina, el visitante tiene una impresionante vista de la arquitectura de este Palacio; Mientras que, en el Claustro Manuelino, se observa la parte original del antiguo monasterio del siglo XVI revestido de azulejos hispano-árabes.
En una excursión a Sintra, Fernando II y María II, ambos se enamoraron de aquella zona. Al observar lo que antaño fue un Monasterio de la Orden de San Jerónimo destruido y que tan solo conservaba su bella capilla, decidieron levantar el Palacio de la Pena, en 1836.
Pese a que reconstruir el monasterio no fue nada fácil, los reyes estaban decididos y, finalmente, consiguieron levantar un lugar espectacular, con toques llegados de todo el mundo. NOTIMEX