Ningún jugador es tan bueno como todos juntos.
Alfredo Di Stéfano
No es de extrañarnos que los dueños de los negocios decidan por quienes son la parte fundamental de ellos, en estos tiempos donde las distracciones y sobre todo los engaños se imponen como moda.
Hoy será un sábado donde pueda que menos aficionados observen en vivo y a través de los aparatos móviles y de televisión un bodrio más de las patadas, faltas, penaltis no marcados y hasta los inventados por los mediocres árbitros que pitan los partidos del futbol mexicano.
Dicen que son los equipos más populares en México, pero están a años luz de parecerse a la liga de ascenso de España o Inglaterra por poner un par de ejemplos.
América y Chivas de Guadalajara, de dos dueños con importantes inversiones alejadas del futbol, en contraste porque al de la televisora de Chapultepec cada vez le venden jugadores que son cartuchos quemados, o que el resultan un fiasco.
Por otro lado un equipo plagado de mexicanos, uno que otro de ascendencia nacidos en los Estados Unidos, pero con una clara identidad con el pueblo y los aficionados de un país que privilegia perseguir el balón y meterlo a una portería cada fin de semana, desde los viernes.
Mediocridad es la palabra ahora que los dueños han dictado un fusilamiento más a la liga de ascenso, no habrá en dos años equipo alguno que suba a la primera división, argumentando que muchos equipos no cuentan con la infraestructura necesaria para ello.
Les piden capacidad de 20 mil butacas en los estadios, que no los tienen ni equipos que juegan en la Liga Española, es de risa y cotorreo sus inventos, con tal de proteger sus intereses económicos.
Bajará el Veracruz o el Querétaro, les da lo mismo si es uno de estos equipos en al actual torneo por la calle de la amargura, torneos cortos, para más contrataciones, jugoso negocio de promotores en su mayoría extranjeros.
Y no hay posibilidad ni mucho menos obligación de debutar jóvenes mexicanos, con el argumento que no están cuajados, dando lugar a extranjeros con grandes salarios que tienen en México una cómoda forma de vida y de ahí a comentaristas de televisión.
Dos o cuatro dueños de los equipos de futbol en México, con multipropiedades por cierto, se disputan las decisiones finales, teniendo a alguien que asume la responsabilidad, pero es un gran engaño.
No hay mejoramiento en las fuerzas básicas, todo es por recomendación, no tiene la liga femenil promocionales como los varones, no es negocio aún.
Morelia y Atlas con Televisión Azteca de dueño, Pachuca y León con el grupo Hidalgo que los tripula, y televisa se ha quedado con un monopolio que poco a poco ve extinguirse la transmisión de los partidos de algunos equipos, que en últimas temporadas han buscado mejores patrocinios.
Es una de las formas de entretenimiento en casa, porque ya es caro ir a un estadio, además de ser peligroso por las barras que han invadido algunos de ellos, al grado de prohibir en algunas plazas de provincia la presencia de las de los equipos visitantes.
Los dueños del balón acusan insensibilidad, no es posible quitar por la ocurrencia el ascenso y el descenso dos años, lo que traerá baja en salarios, despidos de jugadores y por supuesto mediocridad en la conquista de puntos, porque nadie bajaría.
Hace muchos años nos ha dejado de gustar ver los partidos del futbol mexicano, preferimos la liga española y la inglesa, arbitrajes polémicos, pero que privilegian el juego continuo, no la interrupción como sucede aquí.
Veremos cómo se las gastan con estas medidas, las cuales harán ruido, ojalá los aficionados dejen de ir a los partidos como medida de protesta.
En primera línea
Los dirigentes de los tres principales partidos políticos en México les acompañan también la ignorancia.
No están obligados a conocer cuánto cuesta un kilo de tortillas ni una capa de huevos, pero si se meten en todo tipo de negocios.