Siempre hemos comprendido que cuando los tiempos cambian tenemos que cambiar nosotros.
Barack Obama
La inercia nos lleva a pensar que no todo está resuelto. Unos afirman que el arroz ya se coció, otros más escépticos hacen cuentas alegres, los menos temen una parálisis en el país si llegan a darse resultados del PREP pasada la medianoche del primero de julio.
De repente se deja de hablar de la cotización de nuestra moneda con el dólar. La fuga de capitales seguramente continúa, y a dos días del inicio del mundial, un perfecto distractor para millones de mexicanos, el escenario se enrarece.
En Morelos el nivel del debate rayó en las descalificaciones. “Gato, gallina, sinvergüenza, ratero y flojo”, son algunos de los calificativos que se endilgaron los dos principales aspirantes al Gobierno de ese Estado, gobernado hoy por el PRD.
La Ciudad de Mérida, una de las cinco más seguras del país, y recomendable para vivir, será escenario del tercer y último debate organizado por un INE desgastado en credibilidad, incapaz de ponerle freno a los insultos entre aspirantes; cero propuestas viables, tangibles, creíbles, para una población castigada por el desengaño de quienes pretender el poder político.
López Obrador intentará a toda costa conservar la amplia ventaja que le dan las empresas encuestadoras, las cuales reciben a cambio de sus números en sondeos, millones de pesos en cada ejercicio telefónico.
No creemos que le entre a un pleito de callejón con Ricardo Anaya. Ee prevé que no lleve ni cartera al debate, y afortunadamente los cartelones se usan menos, porque no se ve lo que desean mostrar.
El aspirante panista otra vez está en el centro de otro debate, con acusaciones del hermano incómodo sobre la venta de una nave industrial, que lo ha perseguido, y que no hay manera de salvar con una explicación convincente.
Todo hace suponer que le entrará al debate con el puntero, lo mismo que José Antonio Meade. Así se lo escuchamos al expanista Javier Lozano; se intentará un buen tercer round con el que está a la cabeza de las preferencias.
Realmente si en nada cambia la percepción de los tres aspirantes, y un cuarto en discordia, sin ninguna posibilidad de alcanzar los dos dígitos en las encuestas, no sabemos hasta dónde les sirva este tercer encuentro.
Lo de la discusión por la conveniencia de la guayabera o no, es cosa de risa, pecados y penitencias en un país donde el debate serio no acompaña estos momentos, seguramente menos visto, pero las cuentas alegres del INE mostrarán otra cosa. Así le conviene.
México no debate su presente, y quiere aspirar a cambiar el rumbo en un futuro al cual nadie puede afirmar que llegará; es tan incierto como el resultado del partido de futbol del domingo próximo entre Alemania y México.
Debatir para llegar al poder presidencial, y enterarse que poco se puede hacer, con un número indeterminado de tratados internacionales, bilaterales y multilaterales; compromisos con organismos económicos mundiales, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y el TLC que se suspendió por la efervescencia política entre Estados Unidos y México.
Nada es lo que parece en este país. Increíble pensar en alternativas reales, cuando alguno de los tres posibles a gobernar del primero de diciembre de 2018 al 30 de noviembre de 2024 no hace intento por centrarse en hablarle a 90 millones de potenciales electores con temas que nos importen.
Menos pobres no habrá; más ricos, quizá sí, porque así está diseñado el modelo económico. Quienes pensamos en un país diferente no estamos incluidos en la ecuación de los aspirantes presidenciales, ni tercera edad ni millennials y no somos pocos.
En primera línea
La aspiración de los candidatos a cargos de elección popular entra en su fase final. Distractor perfecto el mundial de futbol; todas y todos dirán que les fascina este deporte y se pondrán la verde, sin duda.
El domingo próximo se tomarán todas las selfies posibles. Ojalá el tiro no salga en sentido contrario, y vean en Alemania o Chile los fiesteros que andan en Rusia.