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Siempre hay otros: El espejismo de un fantasma

La flecha del destino, cuando se espera, viaja lenta.
Dante Alighieri

Aspiramos casi siempre en el pensamiento positivo a que suceda lo que consideramos puede ser mejor que el presente, en el día a día, pero nunca reparamos que no estamos aislados del mundo, sobrevivimos a pesar de todo.
Levantamos vuelo con ideas, según nosotros magníficas, que no se le ocurren a cualquiera; maldecimos los negativos, acusamos recibo de la prosperidad a cuentagotas, y después, al despertar, quedamos peor aún.
Lo peor que sucede en estos escenarios es que están distantes del hoy, y continuamos escuchando lo maravilloso que será México cuando ganen, por supuesto ellos, los que son dueños de las decisiones importantes de este país, para que se quede como está, en la pobreza y el abandono; en las campañas políticas se vale mentir. No hay castigo ni multa alguna.
Menos ingresos por el petróleo; más lugares alborotados en ese ruido pernicioso, todos de fatalidades; atraemos el mal augurio, y las elecciones no resolverán la pobreza, ni la mala educación de millones de mexicanos.
Esos que siguen tirando basura, pasándose los altos, manejando en estado de ebriedad causando accidentes fatales, donde mueren inocentes; contaminadores de ríos y mares, por fábricas, hoteles y restaurantes que no cumplen con la ley de la materia de proteger al medio ambiente.
Queremos que gane según el mejor de los cuatro, de más de 130 millones de mexicanas y mexicanos, porque no les dan espacio a los otros, a esos que luchan por un México en paz, que trabaje, ese que se esfuerza por llevar satisfactores a sus hogares.
Somos más, sin duda alguna, los que deseamos el bien, pero nos faltan elementos. También dicen los guerrerenses que les faltan 43, y son tantos los pendientes, que debiera haber un debate diario, creíble, comprobable, donde no nos mientan más.
La corrupción la padecemos todos por igual; somos enemigos de la misma familia, nadie puede sobresalir, porque el egoísmo llega, presuroso. Nos calumnian, nos endilgan palabras que nunca pronunciamos, y así vamos dejando este mundo raro de a poco.
Vivimos momentos de incertidumbre. Eso no es posible no reconocerlo; dejemos de lado el tipo de cambio, los productos que comemos a diario, la torta de la esquina, el puesto de tacos. Todo sube, y el salario continúa en una discusión estéril.
Hoy es innegable que vivimos en una sociedad dividida, fragmentada en cuatro grandes vertientes, pulverizada a más no poder, porque se les están agotando los argumentos a los que nos convocan a votar. Siempre quien gana tiene defectos, y le cargamos todas las culpas, hasta nuestro dolor de muelas.
Además las expectativas esta vez no han sido altas, porque tenemos un criterio amplio, por supuesto como bien me apuntaba un amigo ayer domingo, ímpetu, inteligencia, porque además consideramos que quien gane, de acuerdo al resultado del INE, México continúe en el camino correcto, al menos para las mayorías de los que no dejan de luchar por sus ideales.
Así vemos al país, no de cabeza, pero si revuelto, donde se grita de más, se inventa, se acusa sin pruebas, y tristemente nos levantamos al otro día con los mismos objetivos, pero sin tantas fuerzas para cambiar el estado de las cosas.
Y los pequeños todavía siguen recordando el temblor del año pasado, los edificios dañados, los que ya no pudieron salir. Todo eso es parte de la preocupación, de esa niñez que piensa y se expresa de una manera libre, como nosotros en este espacio.

En primera línea

A favor o en contra, no hay término medio. Los trabajadores de la CFE lo volvieron a hacer, en tiempo récord repararon la torre y se hizo la luz de nuevo en la Isla. Todos estamos obligados a hacer nuestra tarea diaria, si no lo hacemos caemos en irresponsabilidades. La omisión es una grave falta también. Esperemos consecuencias.

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