El sol y las sombras; lo superficial y lo profundo; advertencias en un mundo que se niega a aceptar su realidad, y lucha cada día por no solo sacar los trapos sucios, sino persigue, explora, y busca aterrizar todos sus sentidos en objetivos más claros.
No todos somos inconformes; algunos sedientos aspirantes al poder demencial, se hacen tatuajes reivindicando las costumbres, donde se supera lo tradicional, y se huye del deseo original de no mentir con arrogancia.
Días para no guardarnos más nada, en esas luchas sordas de clases sociales, donde unos empujan para entrar, y los menos han rebasado todo el cinismo para escapar sin prisas.
Se afirma que solemos quejarnos de todo; somos constantes inconformes del entorno del que nos rodeamos, pero también del frío invierno que se avecina, donde podemos morir en cinco minutos.
Copiamos lo contrario y repartimos culpas; tratamos casi siempre de salir airosos al saltar sin paracaídas y al vacío de la sobriedad.
Invocar la democracia no es sinónimo que pertenezcamos a ella, en esa clara muestra de disparidad de pensamientos, aunque el discurso cómodo sirva solamente para el aplauso a modo, donde el eco no quita odio ni el enfrentamiento.
Donald Trump nos dio a probar de una sopa fría, sin sal ni suficiente cocimiento, enseñándole al mundo globalizado, que la inconformidad es mayúscula, la gente está retratada de manera grosera con su realidad, no con la que nos marcan las pausas entre las broncas por venir.
España avisó varias semanas de esas puestas en escena, de aparentar unidad y romper todos los pronósticos, hacer gobierno es parte de la madurez política, porque se trata de acceder al poder en toda su circunferencia y dentro de ella.
Antes fuimos testigos de una votación donde también fallaron los pronosticadores de la nada. En Gran Bretaña se han exiliado de una Unión Europea que rompe esquemas, abusa de los acuerdos, y deja palidecer a las identidades nacionalistas.
Lo sublime es analizar la mentira y la arrogancia, porque solemos mentir todos; a cada instante nos engañamos para no morir de realidad, sin oportunidades claras de salvación, la cotidiana, porque la del alma está perdida.
México y los mexicanos patriotas, nacionalistas, idealistas, propositivos; aquellos a los cuales no los vemos, pero predican con buenos ejemplos, harán falta para apaciguar los malos hábitos de quienes se incrustarán en la lucha por la Presidencia en el 2018.
Los más no se desean enlistar para sacar a flote a un país en crisis, sino para vivir plácidamente en un sistema agotado, agraviado, asfixiado, que autodestruyen los que han sido beneficiarios de él por décadas, y todavía el cinismo les aconseja hacerse mártires.
Vamos a atravesar frentes fríos en un durísimo invierno, que ya se siente y mucho en
este inhóspito otoño de 2016, desgastante a más no poder para Peña Nieto y el gabinete comprometido con sus responsabilidades, que no todos, eso está muy claro. Cada quien hace su parte de presente, para saltar a otro espacio en el 2018, que les brinde la oportunidad de un lucro más allá de las ausencias de hoy.
No hay una renovación de cuadros que se permitan acceder a la credibilidad y a la confianza de la gente; sucede
que los partidos políticos se han enganchado en una lucha dispar, aunque los acompañe el mismo tema, la corrupción.
Nadie está exento de ser juzgado antes de ser procesado; nadie con la libertad después de
un proceso innecesario, sale bien librado de la carga negativa ante la sociedad demandante de todos los años de cárcel para los malos.
Nos queda muy claro que la película que se nos viene encima no es apta para improvisados, menos para los anarquistas, cuantimás para aquellos que denigran a las
instituciones, que requieren ahora más que antes de fortaleza para subsistir.
Dejemos de cambiarle el nombre a todo, dejemos de soñar que el cambio viene con la presión exterior. Lo que estemos dejando de hacer, nos cobrará factura el próximo invierno que ésta en la siguiente cuadra por caminar.
En primera línea
Una y otra vez nos sorprenden algunas votaciones en la Cámara de Diputados, tan dados a sufragar por el bienestar de sus intereses por sobre todas las cosas.
Ahora la asignación de recursos para aterrizar obras en los Municipios que deseen impactar en sus Estados, está más oscuro que un callejón sin luz.