Tu vida es una copia impresa de tus pensamientos.
Steve Maraboli
Al margen de coincidir o no, en las ausencias del liberalismo, además de contradicciones entre la competencia, el aprendizaje ha sido de responsabilidad y sentencia, en la confidencialidad de la igualdad manifiesta.
Todos atravesamos problemas en la cotidianidad de la existencia. No llegamos tan lejos como la imaginación quisiera, porque la razón ajusta hasta a los medios para las consecuciones de los fines en la realidad.
Somos en gran parte fatalidad por la mediocridad con la que asumimos retos inconfesables, sumados a proyectos donde no hay retroalimentación, en el paseo natural de la travesía. Nadie es conocedor de todo el entorno; quien lo afirma miente.
Y con relativa facilidad mentimos, nos engañamos sin pudor alguno; retamos a la corriente crítica que si lee, escribe y suscribe acuerdos. Casi estamos ante un enganche de pasadizos interminables, que nos conducen al mismo final.
Hoy, como ayer, no logramos solventar nuestros afectos, y los defectos salen a flote. Las fortalezas son en muchas ocasiones fatalidades, y en la enseñanza y el aprendizaje, en lugar de robustecer nuestros reductos inconfesables, claudicamos antes de asumirnos débiles.
Los pesos y contrapesos en la política son inevitables. La figura de un solo individuo para la respuesta a lo inmediato es parte de lo irrisorio; los grupos de poder se colapsan ante la realidad de un electorado inquieto, desenfadado, en esa notable pérdida de confianza no recuperada por el discurso.
Demasiadas ausencias que están operando en contra o a favor, obviamente de sus intereses más mezquinos, esos que no logran transparentarse del todo, porque así ha sido a lo largo de la historia política de México, más en lo económico que mueve a lo político.
Solíamos jugar ajedrez en la juventud. Tan diferentes ambos jugadores ante un tablero con el recuadro blanco a la derecha, pero con un mismo fin de alcanzar, movimientos a la vista, circunstancias de dos colores, sin temor a equivocarme. Como en toda aspiración, de lo que se trata es de ganar, sacrificando peones, cediendo alfiles, perdiendo torres y hasta obsequiando a la reina.
Nuestros espacios son vulnerables a todo momento; la prisa es el común denominador de quienes atestiguan el paso inexorable del tiempo, ese que se agota con la maldad disfrazada de propuesta, nuevamente en el escaparate de la ociosidad, sin estar en sintonía con los cultivadores de una bondad efímera.
Trenes descarrilados a propósito y saqueados. Supermercados violentados con el mismo fin; es un mal retrato que no tiene marcha atrás, pero tampoco soluciones de escritorio. Habrá que atreverse a confrontar lo que se está fraguando en las inoperancias de un sistema económico que lastima a las clases más pobres de México.
Las fotografías que hubiéramos pensado se podrían haber quedado en el pasado, se repiten cual fatalidades sin eco, con sordos oídos, ciegos por la manutención de los otros márgenes de errores grotescos.
Trece años después divisamos una gran grieta en este país, que deberá levantar un vuelo sin propuestas, sin alternativas, porque estamos divagando, confrontando para violentar, no para responder a los que ya quizá hoy ni mañana esperan algo más, tan solo la muerte.
En primera línea
A nada de un colapso mayor, no por los insultos a la vida de un loco que se hizo del poder en los Estados Unidos, sino por las consecuencias de su actuar que impactan en nuestra economía endeble.
Aparentamos que no somos, y nos debemos a la autenticidad de lo que replicamos con la palabra en acción; las omisiones se pagarán a un alto costo. Al tiempo.