No queremos imponer nuestra forma de vida, queremos sentido común.
Cecilia Rodríguez
Hemos superado la primera etapa de las precampañas políticas, en las descalificaciones, en el discutible desperdicio de tiempos oficiales en los medios de comunicación, y ahora el despliegue mediático del silencio.
Antes fallaron las encuestas que daban los puntos a los que tendrían posibilidades reales de ganar una elección, donde hasta los aspirantes a regidores se miden, en un insano ejercicio democrático, aquel donde generalmente quien paga podría verse en primer lugar.
No es el caso de quien lleva según dicen, 20 años recorriendo los más de dos mil 400 municipios que tiene el país, algunos de ellos hasta cinco vueltas, con un discurso que se acomoda al tiempo y la circunstancia.
En pleno siglo XXI no sabemos hacia dónde vamos, sin propuestas, sin reparar siquiera en los temas que nos afectan como ciudadanos a diario; los vaivenes en los precios de las gasolinas, que autorizaron en el Congreso, ese es el origen, no la paternidad que se busca endilgarle al mero.
Días para replantearse otros esquemas; lo original pareciera ser no ganar adeptos, los independientes se han extraviado en un mundo donde la política de la buena escasea, y abundan las descalificaciones, todas y todos contra todas y todos.
Lo raro es la mezcla de esa izquierda, que se ha pulverizado en varios partidos, más las tribus, más las corrientes, más las aspiraciones de ex priistas, ex panistas, y hasta ex perredistas, que logran colarse al cielo de MORENA.
Con tan solo una manifestación pública o privada, pasan a formar parte del partido de más reciente creación, al cual se le otorgan los recursos públicos de acuerdo a las votaciones, como a los demás.
Pareciera que no hay pudor por mostrarse moreno, aunque siempre manifestó ser militante panista o priista, perredista, petista, naranja y hasta de Encuentro Social. Entendemos los bandazos.
Y de ocurrencia en concurrencia está hoy Enrique Ochoa Reza, un mal innecesario para la campaña priista que estará cuesta arriba, pero no imposible de remontar, desde nuestro particular punto de vista.
Un desgaste considerable por los negativos acumulados en más de cinco años de la administración peñista, donde deberán tomar forma los positivos, porque debe haber fortalezas. El país está de pie, y hay rubros en sobresaliente. Lo malo de ser seguidor o perseguidor del ilusionismo político en México es que se casan con esa bondad de varios rostros, de distintos momentos, pero de un solo discurso.
Serán semanas de reflexión, de ir de un lado a otro hurgando en ese baúl, quizá antiguo de recuerdos y desempolvarlos. De los tres competidores sabemos muy poco, lo que nos muestran es producto de la mercadotecnia, que cada vez vende menos el producto político en México.
Semanas quizá de otros encarcelamientos políticos, de tomas de nota ratificadas, de duros y bruscos cambios en el actuar de seis semanas de lo que se logró hacer en un gobierno que privilegió las libertades de expresión, de acción, de manifestación, y otras tantas.
Un recuento donde sabemos de antemano que los negativos acompañan a un presidente en su sexto año siempre, donde más de un servidor público del gabinete debió renunciar; así era antes, hoy hay demasiado desprecio por México.
En primera línea
Ironías de la vida política en Ciudad del Carmen, mencionan algunos, ayer domingo en un concurrido acto del ahora candidato del PRI a la alcaldía de Carmen.
Arropado hasta las lámparas hasta por los petroleros, un Óscar Rosas González en los contrapesos de la disputa por ese espacio donde los problemas abundan, pero que algo más tiene.