Mariano Espinosa Rafful
Ahora pareciera que a los actos en que los gobernadores que van asumiendo las responsabilidades en sus estados, después de ganar la elección en junio pasado, desde luego, no asiste quien dejan el cargo público que detentó por seis largos años. Estos últimos son acusados de todo lo posible por sus sucesores.
Las desgracias son culpa de quien los anteceden, porque son de partidos políticos distintos. Se radicaliza con el caso de Chihuahua, donde al parecer le gana lo brabucón a Javier Corral Jurado, quien por cierto nació en suelo estadounidense en 1966.
Rinde protesta o asume el cargo, y ahí mismo, ante actores políticos de casi todos los partidos políticos, suponemos con la excepción de MORENA, le advierte a César Duarte, ahora exgobernador priista en desgracia y sin fuero por cierto, que lo llevará ante la justicia depor como deja al Gobierno del Estado.
Resulta que al parecer todos los gobiernos que están siendo relevados por panistas están quebrados financieramente, y requieren de manera urgente de una gran inyección de recursos públicos, vía el presidente de la República priista. Que paradoja.
Escuchábamos el jueves pasado a Corral, en una entrevista radiofónica poco antes de las siete de la mañana, donde afirmaba que ya se había reunido con Peña Nieto para tener el apoyo de la Federación para con Chihuahua.
También afirmó que iba a hacer el recorrido ante los diputados federales, y cabildear que no sea tan maltratado en el presupuesto del 2017.
Y después de escuchar tantas y tantas quejas, del que se fue y se llevó a lo mejor hasta la silla, porque vaya que sucede, tengo datos en el tintero que dejaré para otra ocasión de este asunto.
Ni Javier Corral, ni todos los que conforman ahora su gabinete plural, porque también escuchamos al jefe de Gobierno de la Ciudad de México, que asistió raudo y veloz a esa toma de posesión. Reflectores son reflectores en estos tiempos de campaña negada, pero no sancionada por el INE y que hizo el viaje, porque sabía que iba a ser un gobierno incluyente de las fuerzas políticas. Los votantes no sabían que la queja mayor llegaría muy pronto; el pago a proveedores tendrá que esperar; las obras seguramente anunciadas, y por las cuales se votó a favor, tardarán más.
Se trata de llegar y quejarse; repartir culpas a diestra y siniestra, ocultando la incapacidad para gobernar. Difícil la situación cuando no se asumen los encargos públicos con un amplio sentido de responsabilidad.
Y todo lo anterior me recuerda una plática con un tío que ha sobrevivido a más crisis que un servidor, por los años cumplidos hace unos días, donde me afirmaba don Fernando, que lo más fácil era al llegar, para no cumplir a cabalidad, endosar las culpas de las desgracias propias.
Eso demuestra solo una cosa, incapacidad velada, y lo peor, cinismo, porque todos afirman saber el como, pero se les olvida los por qué. Los panistas se hacen a los magos antes de las elecciones, y cuando les alcanza para llegar, al tomar protesta del cargo se hacen sentir derrotados ante la realidad.
No sabemos porque se compite para gobernar. Se aspira a la máxima de ese sentimiento, puro en muchos casos, pero complejo al mismo tiempo, porque nada es como se dibuja a los ciudadanos, casi todo está corrompido, y para muestra la Delegación Cuauhtémoc con Ricardo Monreal.
Pareciera que cambiarse también de partido político, en este último caso de Monreal, los limpia de toda culpa del pasado, cuando gobernaron con las siglas del PRD su estado natal, Zacatecas, y que ahora no pudo hacer ganar a su hermano.
Todos son corruptos y se les acusa antes de juzgarlos; es un pensamiento sombrío de la realidad mexicana, que en fechas recientes se ha puesto de moda: acusar, inferir, total, nada sucede.
Esperemos que le vaya bien a Chihuahua, y que su deuda no se vaya a duplicar con el nuevo gobierno. Pretextos están puestos; sobre el discurso de amenaza no hay engaño. Insoportable el grado de desfachatez de algunos políticos, de ocasión por supuesto.
En primera
línea
Y cuando todo pareciera que se nubla, nos disponemos a ver las series divisionales del beisbol de la gran carpa, donde se juega en serio, no como en el futbol mexicano, que es negocio de un reducido grupo.
Ya se perderá contra los Estados Unidos en noviembre próximo en la eliminatoria, y un piojo llegará al rescate de nuevo. Faltaba más.