Loading




Siempre hay otros: Sin alusiones complicadas

Las redes sociales en México y en el mundo globalizado despertaron a miles de seres humanos de un gran letargo en que se encontraban, donde puede afirmarse que salieron de las sombras, para compartir gran parte de vanidad y ese embrujo seductor para ser vistos.
Aún hay quienes dudan de la enorme caja de resonancia que nos resulta hoy, al insertar una frase, una fotografía, un pensamiento o quizá una idea al aire al amanecer o anochecer, hasta en medio del marasmo de un mal día.
Generalmente una sonrisa va acompañada de una foto individual o grupal, un paisaje, denuncias y acusaciones diversas de políticos de ocasión, y por supuesto propuestas y algarabía de los menos. Todo se retrata a si mismo en un cristal único.
Un paisaje multicolor, pocas veces en blanco y negro, de los contrastes que no almacenamos; al contrario, compartir es ahora vivir más intensamente quizá.
No nos preocupa demasiado el que dirán; todas las edades están ahí, hurgando en el resquicio de la identificación, más allá del suicidio que nos altera el sistema nervioso, porque las cifras ya son de escándalo, y entonces deseamos a veces mejor no mirar esa realidad que aterra, y en donde poco sumamos para hacer algo por los desposeídos.
Y vienen más temas, atrás de lo peor; esa drogadicción y alcoholismo en los jóvenes de hoy, que no miden consecuencias; manejan en estado de ebriedad; ante la mirada complaciente de muchos padres y madres de familias tolerantes en demasía; el exceso de velocidad, como deseando comerse al mundo es su único y último afán.
El inagotable problema de las migraciones de gente, por esas oportunidades que nunca llegan, causando rompimientos de la célula fundamental de la existencia, en esa insana convivencia que se agota, y tampoco vemos en el horizonte alterno que procuremos por un cambio de rumbo.
Causas que no alcanzaría la cuartilla para la enumeración; disfuncionales procedimientos para medir quienes somos pobres y quienes hemos rebasado la condicionante de clasemedieros.
No somos promotores de buenas noticias, menos de una paz que al mundo le urge; menos educación de calidad, menos cultura ambiental, jóvenes emprendedores con escasos espacios para desarrollar proyectos útiles, sin futuro cierto.
Y es que la pobreza y la desigualdad siguen marcando ahora a este siglo XXI, no exento de vaivenes en la fatalidad, de histeria, de neurosis ante la cruenta realidad donde solo nos queda la queja como estandarte; ni siquiera balbuceamos a la justicia. Y también, por supuesto, quienes acusan de discriminación, invadidos casi todos los lugares públicos por un trato igualitario, donde no se distingue sexo ni color, menos condición social o manera de vestir; porque la tendencia no es moda hoy, sino morbo.
Ahora mismo hay menos tiempo para la convivencia, para sumar amigos, en esa fragilidad manifiesta que con el tiempo aprendemos que la palabra amigo no le queda bien a cualquiera, como lo compartía ayer viernes en las redes sociales, y donde muchos se identificaron, tanto o más que yo mismo.
No nos sorprende el grado demal querencia, porque hasta el mal trato animal lo hacemos a un lado, y cuando nos vamos solos, recurrimos a ese fiel acompañante.
La edad es un reflejo en las situaciones por llegar, de esa realidad que no aceptamos cuando la juventud nos invadía sin sobriedad.
No dejamos de lado el gran pleito de siempre, de una iglesia contradictoria, más allá de los matrimonios igualitarios y la adopción que se frena como tema de discusión, porque ahora no importa tanto la sociedad, sino la vanidad para seguir medrando en ella.
Tanto por hacer en el andar de la vida útil, en un sábado que nos sabe a poco, quizá hoy, en las turbulencias que desequilibran los ánimos, noviembre de apasionarnos más por el tiempo aquí en la tierra, poco o mucho, instantes o momentos, porque nada es eterno, ni el tiempo con nuestra existencia.
El escenario está puesto para una nueva historia. Ya vemos a la distancia el 2017, con cambios radicales en el protagonismo a trasluz, sin sumisión que permee.
Reflexiones en voz alta, con un toque de objetividad y respeto a todas las circunstancias y expresiones sin destinatario, porque todos somos un ente individual y único, pero en el fondo muy parecidos ante el espejo de realidad enmarcada.

En primera línea

¿Que nos puede importar más que nuestro reducto, la sociedad mexicana, su evolución, la economía doméstica, los problemas cotidianos’
La elección estadounidense, gane quien gane ,México seguirá confrontando a sus propios demonios que viven en suelo nuestro, no más allá del río Bravo. No nos equivoquemos.

  • OPINIONES

Deja un comentario

error: