A dos días de fenecer octubre, a dos años más un mes para un nuevo gobierno, ese que seguramente deberá ganar en las urnas, en una democracia imperfecta, cuestionable, a la cual le cuelgan todos los infiernitos, pero somos la sociedad civil, la que no participa de manera activa en los partidos políticos; los que decidimos el camino de México.
Las influencias están marcándose. Las tendencias por ahora se miran con escepticismo, nada para nadie, porque todo el panorama puede dar un vuelco de un momento a otro.
No tienen la suficiente fuerza los autollamados independientes, salidos la mayoría de las filas de sus partidos políticos, esos que defendieron a capa y espada más de una vez.
Se puede hacer un corte de caja dentro de un mes y dos días, cuando le queden dos años, exactamente al presidente Peña Nieto en la presidencia, pero sería demasiado prematuro. Las buenas decisiones, las acertadas, pueden dibujarse mejor con un gobierno distinto al priista, ese que deberá asumir otros riesgos.
Hoy todos apuntan al gobernante de Los Pinos, al que con las reformas estructurales no le alcanza para refrendarse como partido en el gobierno en el 2018; lo colocan en un nada honroso tercer lugar, por debajo de los panistas, que dejaron al país en llamas, no solo por la guardería de Sonora, o la Estela de Luz, por mencionar el contraste entre la omisión y el despilfarro.
Debemos tener memoria: ni los que están son los peores, ni los que apenas se han querido ir, y no se han ido, fueron la panacea para el país, ni políticamente hablando.
Echaron a andar la producción petrolera a tope, con los precios del barril por las nubes azules, sin seguro en la caída; ahora acusan a los recientes directores de PEMEX, y no ven más allá del tráfico de influencias de sus exdirectores. La muestra está en Ciudad del Carmen.
Los nombres y apellidos de quienes le rentaban y rentan edificios a la exparaestatal, con contratos leoninos para un solo lado, adquisiciones dudosas, alquiler de buque tanques, y toda esa maravilla que hoy le llaman corrupción, fue parte del pasado reciente también.
No hay que asustarse, pero menos engancharse con una luz al final del túnel azul que nadie ve. Hablar bien de México siempre ha sido nuestra mejor carta de presentación; no hablar mal de nadie, porque bien dicen que el pez por la boca muere, y hay menos en los mares del mundo.
Enrique Peña Nieto podrá ser un mal presidente para unos o muchos, centenas o miles de mexicanos, pero para otros ha tomado decisiones importantes, en un periodo, este si de transición política, donde no cabía por ningún lado esperar la catástrofe.
Tenemos menos petróleo, fuente de ingresos; además en las proyecciones no se observa un panorama distinto en los próximos 24 meses por venir, donde las medidas de austeridad se pueden incrementar, para darle congruencia a los recursos que deben utilizarse en lo fundamental; programas sociales para la gente más necesitada, porque si les sirve.
Nada se inventa de un día para otro; nada se crea, todo se destruye. Hasta lo que nos sirve en algún momento lo despreciamos; somos seres humanos recurrentes en el error, ese que muchas veces no vemos, en la necedad de casarnos con una sola idea y nos quedamos solos.
Ahora la preocupación no es saber si Peña Nieto se va del país al terminar su administración 2012-2018, o se queda en el Estado de México; sus planes personales y profesionales no son tema, por ahora; sí para los otros, esos que le apuestan al encono, la división y la suculenta especulación que nos conduce a la incertidumbre, esa que prefieren los especuladores del tipo de cambio de nuestra moneda.
Son tiempos más de pésimas influencias, de gente sin escrúpulos que solo abona para sus reductos de beneficios personalísimos, ahí donde la política sienta sus reales, y tiene súbditos acostumbrados a llevar agua a esos molinos.
En primera línea
A 72 horas de llevarse a cabo una sesión ordinaria en el Cabildo carmelita, hay división de opiniones conforme a la convocatoria, al no considerar en la orden del día la remoción de la secretaria del Ayuntamiento, Diana Méndez Graniel.
Los panistas contrarios a las decisiones del alcalde Pablo Gutiérrez Lazarus, al parecer se han alineado, como al inicio, cuando todos al unísono alzaban la mano votando a favor de las propuestas ventiladas. Ver para creer.